(Carl Gustav Jung)
Tutmosis IV tuvo un sueño al quedarse dormido a los pies de la Esfinge de Gizeh, en el que se le prometía alcanzar el poder a cambio de quitar la arena que cubría casi por completo este monumento. Esto supuso la creación de la "Estela del Sueño" que puede verse entre las patas de la esfinge.
Sócrates, tres días antes de morir comentó a su discípulo Critón que había visto en sus sueños una bella dama que le llamaba por su nombre y le recitó unos versos de Homero: "dentro de tres días veréis los campos". Y, efectivamente, tres días después se ejecutó su sentencia de muerte dándole a beber jugo de cicuta.
Alejandro Magno siguió adelante en su propósito de conquistar Tiro gracias a sus sueños en los que veía como Herakles le alargaba la mano desde el otro lado del muro de la ciudad para llamarle a su lado. Tuvo otro en el que se le aparecía un sátiro que quería jugar con el. Su oniromante privado, Aristandro, le aconsejó que no cejara en su empeño.
Sófocles vió en sueños a Herakles el cual le indicó con precisión en qué lugar habían escondido unos ladrones una copa de oro que había sido robada de un templo.
Constantino el Grande tuvo visiones oníricas en las que aparecía una gran cruz con unas letras que decían: "Con este signo vencerás" y parece que esto le estimuló para conseguir la conversión de los romanos a la fe cristiana.
Tariq, jefe del ejército musulmán que conquistó España, estando navegando camino de Andalucía tuvo un sueño en el que Mohammed, el Profeta, le indicaba con precisión: "¡Sigue adelante!". Esto le animó en su conquista.
Solimán el Magnífico tuvo un sueño en el cual el derviche Huidai Efendi le anunciaba su inminente victoria en la campaña de Hungría.
La condesa de Toutshkoff soñó la muerte de su esposo en la batalla de Borodino pero no pudo avisarle porque tal región no figuraba en los mapas en aquella época.
Edwin Reed, quien fuera naturalista y director del Museo de Historia Natural en Concepción (Chile), soñó (encontrándose bien de salud) que paseaba por una avenida al final de la cual veía una tumba de marmol con su nombre y una fecha: 7 de diciembre de 1910", fecha en la que realmente murió.
El doctor Gudden, de Mónaco, médico privado de Luis II de Baviera, tenía un sueño recurrente antes de aceptar su cargo, sueño que comentó con varias personas. Se veía a sí mismo sumergido en un lago, luchando por salvar su vida y la de un hombre al que no consequía identificar por no verle la cara. El 13 de junio de 1886 los cadáveres de Luis II y del doctor Gudden fueron rescatados del lago Stanberg. Los protagonistas habían ido al castillo de Berg al dar comienzo la demencia del monarca. No se sabe muy bien cómo pero, al parecer, Luis II quiso suicidarse y arrastró con él al médico.
Muchas personas tuvieron sueños premonitorios en relación con la tragedia del Titanic. J. Connon, que tenía reservado su boleto con un mes de anticipación, pudo cambiarlo en el último momento tras soñar que "veía el Titanic flotando en el Atlántico con la quilla al aire y los pasajeros con sus equipajes flotando en el agua (testimonio que fue escrito ante notario tres días antes con la firma de tres amigos y adjunto el comprobante de reserva y de cancelación).
Mark Twain soñó que el cuerpo de su hermano Henry era sacado del agua. Semanas después le notificaron que las calderas del barco en las que viajaba su hermano habían estallado cerca de Memphis.
Ricky McDowell, un niño que agonizaba de leucemia en un hospital, cayó en un estado comatoso. Cuando despertó, horas antes del asesinato de J.F.Kennedy, afirmó: "Kennedy ha muerto".
Horacio Acavallo, campeó de los pesos mosca en los años sesenta, estando en Tokio, debía tomar un avión para trasladarse hasta Buenos Aires, con escala en San Francisco. Sin embargo, tuvo un sueño impactante tras el cual ordenó a su manager que cancelara los pasajes para él y todo su equipo técnico que iban a salir en dos días. El avión que deberían haber tomado explotó en el aire al despegar. Este accidente tuvo lugar en 1965.
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