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SEXUALIDAD TRANSCENDENTAL (II)


El siguiente texto está tomado de uno de los cursos del Dr. Krumm-Heller sobre el arte de la medicina (o taumaturgia) y el magnetismo humano. El autor fue un conocido escritor sobre temas esotéricos (que atañen al mundo interior del ser humano) y un médico de reconocido prestigio, aún cuando se le pueda criticar por su amor y dedicación a temas tan "proscritos" como éste. Es obvio que este texto añade un componente mágico o esotérico al sistema anteriormente descrito. Esperamos que lo disfruteis y le saqueis el máximo provecho.

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El ser humano es como una pila eléctrica y, así como una pila se hace con metales y substancias químicas conocidas, nuestro cuerpo tiene parecidas condiciones para crear el fluido eléctrico y producir el magnetismo. Sabemos que una pila tiene cierta potencia energética, que puede incrementarse ad infinitum mediante la adición de nuevas pilas. Se habla en general de electricidad física y del magnetismo, considerando a la primera como electricidad vital y al segundo como magnetismo animal.

Hartmann dice que el "Spiritus Animalis" o espíritu vital es un principio tomado de los elementos de todo lo que vive y que asimilamos con el alimento. Este espíritu puede ser comunicado por medio del magnetismo. El poder animal es también potencia astral por medio de la cual se ejecuta la voluntad de los principios superiores del hombre en el plano sensitivo y material. Esto es lo que llamamos "instintos".

Cuando el taumaturgo pone la mano en la cabeza del enfermo, lo magnetiza, comunicándole fluido vital. Mucho se ha hablado y escrito sobre el magnetismo como fuerza atractiva y repulsiva. En medicina se habla con referencia a los órganos sexuales, de magnetismo positivo y negativo, o sea, del activo y pasivo.

En los últimos decenios se ha comprobado que las fuerzas ódicas o fluido vital, reaccionan ante las fuerzas sexuales. Cuando el varón toca por primera vez a una chica, sobre todo cuando la besa, ambos, pero sobre todo la mujer, experimentan una gran excitación emocional, que no se borrará ya jamás de su memoria, especialmente cuando va acompañado de un verdadero amor.

Todos conocemos casos de mujeres de cierta edad que por permanecer solteras adelgazan y hasta enferman, y que cuando consiguen casarse cambian inmediatamente de aspecto, floreciendo, por así decirlo, a una nueva vida. En el hombre se notan también fenómenos semejantes. Por ejemplo, hay casos en que un hombre tiene el rostro y el cuello llenos de acné mientras permanece soltero y, en cambio, en cuanto se casa desaparecen completamente.

El cuerpo humano es hermafrodita; o sea, que tiene glándulas y hormonas de ambos sexos. De la misma forma tenemos también un fluido eléctrico y magnético. Generalmente el polo positivo que representa al varon es el "dador" y el negativo, que representa la hembra, es el "receptor". Sin embargo, no es así de un modo absoluto. Hay momentos en que la operación cambia y entonces la hembra es la "dadora" y el varón, por el contrario, el elemento "receptor". Así se explica el cambio experimentado en sus cuerpos cuando se casan.

Existe un método llamado Carezza que es el arte de fomentar el amor conyugal mediante un contacto físico, corporal, inteligente y estudiado, para conseguir así una potencia mágico-magnética necesaria al taumaturgo para sus curaciones.

El cristianismo ha santificado el matrimonio elevándolo a sacramento. El matrimonio significa, en su sentido íntimo, la cópula, siendo ésta, por lo tanto, un acto sagrado. Podríamos decir como los antiguos griegos que es un sacrificio en el altar de venus.

Ya hemos dicho que tanto el hombre como la mujer experimentan una mejoría en el organismo cuando contraen matrimonio. Esto prueba que el fluido eléctrico y el magnetismo que producen al ponerse en contacto los dos cuerpos, o sea, ambos polos, son fuentes de fuerzas curativas en el plano físico. En los planos superiores son corrientes de fuerzas mágicas, es decir, un poder que actúa en el mago o, en nuestro caso, el taumaturgo. En dicho momento se define el hombre como entidad pura o angelical o como entidad material o animal, que se guía solamente por el instinto. En este caso puede decirse si el hombre es un mago blanco o un mago negro.

Un acto tan importante y transcendental necesita, como es natural, cierta preparación, es decir, debe ser precedido de las caricias exaltadoras tanto del cuerpo como del alma, para que la cópula se consume en su grado supremo o sublime. Pero el premio no es aquí, como muchos creen, la sensación voluptuosa del orgasmo. La introducción del semen en la vagina no tiene otra misión que la de procrear. Los animales nos enseñan esto realizando el acto sólamente en la época de celo.

Conforme van aumentando las caricias, las fuerzas magnéticas de nuestro organismo crecen hasta llegar a un punto culminante, y el orgasmo que sigue no es otra cosa que la descarga de todas esas después. Pero si el hombre consigue dominarse, evitando enérgicamente el orgasmo, conservará todas sus fuerzas magnéticas acumuladas en su cuerpo.

El mago o taumaturgo debe realizar dichos ejercicios de magnetización para poder presentarse ante el enfermo cargado de energía sexual, que transmitirá al paciente haciendo reaccionar así al organismo enfermo.

El acto sexual no puede consumarse con frecuencia sin que cause estragos en nuestro organismo. Carezza, por el contrario, puede prodigarse diariamente sin que por ello nuestro organismo se resienta sino que, por este medio, logra acumular cada vez más fuerza sexual o magnética, que anima las reacciones curativas del mismo.

Todo el mundo sabe que muchos matrimonios, muy felices en un principio, llegan a cansarse, distanciándose cada vez más por haber abusado de las relaciones sexuales con orgasmo de forma rutinaria y animal. Las fuerzas mentales mágicas se desarrollan progresivamente con Carezza y el organismo se entrena en la creación y acumulación de dichas fuerzas, para retransmitirlas por medio del tacto, al paciente. El taumaturgo debe poner la mano en la región del plexo solar del paciente o sobre la parte afecta.

La mujer goza mucho con ésta relación, sobre todo cuando se va acostumbrando a ella, pues diariamente va aumentando el placer. Estas corrientes bioeléctricas van aumentando esencialmente y dan ocasión a la transmutación de las fuerzas sexuales, que hemos descrito, en potencia mágica.

El taumaturgo debe atenerse a estas fuerzas y manejarlas sabiamente en el ejercicio de su profesión. Muchas personas que no conocen nuestros estudios se extrañarán de todas estas explicaciones, viendo tal vez en ellas solamente la parte material e, incluso, es posible que las califiquen de libidinosas y obscenas.

Hay autores que creen que para obtener poderes mágicos se requiere el celibato. Esto no es imprescindible y, en muchos casos se requiere, por el contrario, la colaboración del sexo complementario porque ésta vía facilita el ascenso en el camino recto de la iniciación.

Las glándulas endocrinas con sus hormonas son la fuente de fuerza sexovital. Cuando se hacen bien estas cosas se logra un poder incalculable, pues es necesario que se relacionen de un modo consciente para que den salud y sensación de bienestar. Tampoco podemos olvidar que en todas estas cosas hay también un aspecto verdaderamente maligno y es su uso de forma sádica, que es totalmente execrable.

En resumen, hemos visto que la vida sexual no es lo que muchos seres simplistas se imaginan sino algo sagrado y santo. Por eso mismo puede darnos un poder mágico inconmensurable.

Los sexólogos dividen el coito en cuatro clases: coitus completus, coitus interruptus, coitus reservatus y coitus sublimatus. Este último, como dice su nombre, es el más sublime y puro, pues es el dador de fuerzas vitales y de salud. Esto se realiza mediante la transmutación de energías comunes en fuerzas mágicas. Carezza nos da la clave de una felicidad amorosa y sexual perfecta.

Es un sistema de nutrición para las dos partes (o sea, los dos polos), pues mediante la transmutación de energías comunes en fuerzas mágicas se ejerce una acción catalítica, separándose los elementos primarios de la alimentación en sus partículas más íntimas y elementales, realizándose, por así decirlo, un intercambio perenne de todas nuestras fuerzas.

Este sistema es la base de la magia blanca, mientras que las demás aberraciones constituyen la base de la magia negra.

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Los siguientes párrafos están tomados de la lección octava del llamado "Curso Zodiacal", del mismo autor:

En vez del coito que llega al orgasmo, deben prodigarse reflexivamente dulces caricias, frases amorosas y delicados tactos manteniendo constantemente apartada la mente de la sexualidad animal, sosteniendo la más pura espiritualidad, como si el acto fuera una verdadera y auténtica ceremonia religiosa.

Sin embargo puede y debe el hombre introducir el pene y mantenerlo en el sexo femenino para que sobrevenga a ambos una sensación divina, llena de gozo, que puede durar horas enteras, retirándolo en el momento en que se aproxime el espasmo para evitar la eyaculación del semen. De esta manera tendrán cada vez más ganas de acariciarse.

Esto se puede repetir todas las veces que se quiera, sin jamás llegar al cansancio pues, al contrario, es la clave mágica para ser diariamente rejuvenecido, manteniendo el cuerpo sano y prolongando la vida ya que es una fuente de salud esta constante magnetización.

Sabemos que en el magnetismo ordinario el magnetizador comunica fluidos al sujeto y, si el primero tiene desarrolladas esas fuerzas, puede sanar al segundo.

La transmisión del fluido magnético se hace de ordinario por las manos o por los ojos, pero es necesario decir que no hay conductor más poderoso, mil veces más poderoso, mil veces superior a los demás, que el miembro viril y la vulva.

Si muchas personas practican esto, a su alrededor se esparce fuerza y éxito para todos los que se pongan en contacto comercial o social con ellos. Pero en el acto de magnetización divina, sublime, a que nos estamos refiriendo, ambos, hombre y mujer, se magnetizan recíprocamente, siendo el uno para el otro como un instrumento de música que, al ser pulsado, lanza o arranca sonidos prodigiosos de misteriosas y dulces armonías. Las cuerdas de ese instrumento están esparcidas por todo el cuerpo y son los labios y dedos los principales pulsadores de él, a condición de que presida este acto la pureza más absoluta, que es la que nos hace magos en este instante supremo. 


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