El Club
de los Onironautas

CONEXIÓN ONÍRICA - Jardín lateral de los poetas

Morgana Despierta Dormida

Duerme mientras su espíritu sueña.
Un frío helado la sorprende,
dolor en el cráneo, ansiedad, y el esternón palpitando.
Frío en los huesos, ¡oh!, siempre es cosa de muerte.
Sueño entre sueños, se rasgan los velos,
pero no es raro: es Noviembre, mes de los muertos.

¿Duerme o se despierta?.
¿Quién está mas dormido, quién?
¿El humano que camina de día
o el que sueña durmiendo,
pero estando despierto?.
Qué lio.

Unas figuras borrosas la rodean
y su voz llega de lejos, como un eco:
- ¡Morgana, Morgana!
Silencio...
- ¡Morgana, Morgana!.v - No soy Morgana- con fastidio.
- ¡Morgana, ayúdanos!

Muertos...mira que son insistentes...
muertos y muertos y muertos.
No pueden ser otra cosa
pues estan fijos en su tiempo,
y muy pasado es, a juzgar por su aspecto.
Si no, ¡no serían muertos!.
Si estuvieran en el presente serían vivos.
Por eso están helados, porque están congelados...
en un tiempo que fue,
como traspapelados,
en medio del muro entre mundos:
ni aquí, ni allá.
¡Como tantos...!,
pero estos, ya no son de carne y hueso.

Hay muertos encarnados y hay muertos antiguos
cuyo tiempo ha terminado,
pero por extraño que parezca,
es más fácil despertar a un espectro
que a uno que ahora tenga cuerpo.

Pero este mucho pensar no evita
que los muertos sigan gimiendo,
congregándose a su alrededor en círculo.
Está bieeen...
Se acabó el dormir, toca ver.
Los mira mejor y los enfoca
con sus ojos de corneja, y ve... ¿qué ve?.
Un caballero, dos caballeros, tres,
y hasta 10 por lo menos, todo un grupo.
Todos distintos: aquí un galo,
allá un escocés, un hispano, un germano...
¡cuántos!.

Visten sus ropas de gala, van desmontados y a pie
pero se les notan las muchas batallas
en su rostro cansado
y las cicatrices de su piel.

Si enfoca el ojo de un modo, los ve bien,
si mira diferente, ve su deterioro:
la carne descompuesta,
huesos asomando bajo las roídas telas...
Y es que nada escapa al ojo de la Negra,
que aprendió a ver
a través de las tinieblas.
Ellos hacen lo que pueden por mantener
su espectral apariencia,
pero ya casi no pueden...están exhaustos.

Suplican...¿qué?.
¿Descanso, ayuda, consejo?.
No la temen, sino que la imploran, la invocan.
Insisten: Tú puedes, sólo tú puedes.
Ella ya no piensa en desmentirles, es inútil,
solo les presta atención.
¿Ella puede...el qué?.

La visión de los caballeros se desvanece
y en su lugar aparece un campo de batalla
donde no hay sino un solo vivo,
un único victorioso, triunfante.
Montado en un gigantesco caballo negro
de tamaño antinatural,
cabalga un caballero de armadura oscura
con el rostro totalmente cubierto.
Negro sobre negro, pero esta oscuridad
es otra...
No es la Negra luz de la Consciencia
de la Madre Tierra,
de la cual ella es hija,
sino una densa y opaca negritud,
cero luz,
como humo impenetrable: Tiniebla.

Densidad tóxica y gélida presencia
emanan del caballero imponente.
Más grande que ninguno, más fuerte que nadie,
con los cascos del caballo patea
los huesos de un montón de cadáveres.
En el suelo amontonados, esos son,
los cuerpos de los caballeros espectrales
cuyos cráneos son destrozados
con delicia sádica
y concienzudamente
por parte del tenebroso.
Todo su esfuerzo es desmenuzar
y convertir en polvo todo rastro
de los que un dia le dijeron "no",
barrerlos de la faz de la Tierra
a poder ser.
Su gesto dice:
"Que no sean, ¡desaparezcan!".

El horrible sonido de los huesos crujiendo
y el hálito malicioso de esa enorme presencia,
emanan algo: poder sin escrúpulos,
y ¡ciencia!, ¡mucha ciencia!,
pero,¡ay!, tan grande como per-versa.
De él no emana ningún sentimiento,
ni odio siquiera, nada.
Eso es lo que probablemente
infundió el pánico a los que lucharon
contra algo semejante: su aparente vaciez negra.

Pequeña ante el Imponente Caballero Negro,
Morgana instintiva se transforma
en una serpiente negra, pequeña,
que veloz y escurridiza se pierde
entre carne, sangre, huesos rotos
y las piedras.
Y desaparece.
Se hace una con la Tierra y ésta le cuenta:
- Son los caballeros de Europa, hija,
y todos están muertos, ni uno vivo queda.
Están muertos y con la consciencia ida,
nada está como debería, ¡ay!,
y todo está torcido.
Pero deben despertar. Ayuda a que vuelvan.

- ¿Pero cómo, Madre?.
- Mira, todo está en mí.
La consciencia a la sangre está unida
y su sangre cayó sobre mi seno
y yo las recogí: sangre y consciencia.
La sangre, corrompida está,
pero la consciencia sigue viva,
sólo que... dormida.
Como madre he guardado esto,
pues amo a todos mis hijos
y conservo sus tesoros con cariño
pensando: tal vez un dia les servirán.
Solo destruyo lo inservible, lo caduco.
Pero la consciencia es algo vivo,
la consciencia es eterna,
solo que a veces...se pierde...
Hubo un tiempo en que estos caballeros
con amor me sirvieron.
Hoy, desde mi corazón les devuelvo
lo que siempre fue suyo, si me ayudas.
Este es el mayor tesoro para ellos,
pues sanará sus heridas y anticipará su regreso
al mundo de los vivos,
al mundo de los despiertos.

- ¿Y cómo lo hago?
- Toma esto de regreso, llévatelo contigo
a la superficie,
para que lo que fue uno hace tiempo
se re-una de nuevo.
Yo no puedo levantarme,
yo he de quedarme donde estoy,
pero si tu te levantas, lo mío va contigo.
Serás mi mano abierta sobre la Tierra.

Este es mi deseo, hija:
Que la unidad verdadera florezca
sobre mi vieja piel,
que el conocimiento verdadero amanezca
bajo este cielo de nuevo.

- ¡Así sea!. Pero... ¿cómo voy a volver
si el Caballero Tiniebla me espera?.
Es mayor que yo,
y tiene mucho, mucho más poder.
- Hija, tú serás la que le muerda el talón
y lo derribarás.
- No entiendo.
- La consciencia que llevas,
como veneno es para él, y no será más.
No temas, y regresa, regresa ya.

Morgana aflora sobre la superficie
como una serpiente de sangre negra,
la sangre de los caballeros muertos
por tanto tiempo guardada
en el regazo de la Madre
unida a la perdida consciencia.
Al instante,
con un fugaz movimiento clava
sus afilados dientes al caballo,
quien furioso se revuelve
intentando patearla.
Pero no puede...¡ella es demasiado pequeña
y él es demasiado grande!.
¡No la encuentra!.
Caballero y caballo son uno,
y caen, y se desmoronan,
y se desintegran como denso humo
que pierde su cohesión lentamente...

Sabe que solo es una tregua, pero servirá.
Lo que está hecho, hecho está,
y en otra ocasión ya será menos.
La consciencia es imparable
y si despierta, ¡despierta!.

Morgana se levanta hecha de nuevo mujer
y mira a los caballeros,
ahora menos grisáceos
y algo más enteros, como aliviados.
Y al mirarlos detenidamente, despierta aun más,
porque ahora se da cuenta
de que conoce a cada uno.

Se detiene ante cada hombre
y examina su mal.
- ¡Tú!. ¡El mas fuerte de los caballeros!-
le dice a un gigante
- ¿Qué te mató?.
Y lo ve: está envenenado.
Alarga uno de sus blancos dedos
y lo introduce en el estómago del muerto
y tomando una gota del negro veneno
lo lleva a sus labios,
para probarlo.

- A ver...esto es...¡codicia!.
Te envenenaron con codicia, y caíste.
¡Ahora vomita, deja de retener y vomita!
Y metiendo una mano en sus entrañas
destapa un coágulo y lo hace expulsar
la negra codicia que al espíritu corroe
y al humano ciega.

- Tú, ¡el más valiente de los caballeros!-
- le dice a un rubio fiero- ¿cuál es tu muerte?.
Y lo ve: su corazón fue desencajado de sitio
mediante una traición de amor.
Pierde el norte quien no tiene
el corazón en el centro
y tarde o temprano, se pierde y cae.
Morgana agarra el corazón
y lo coloca en su centro,
con determinación.

Y así, uno tras uno, va siguiendo...
A través de sus manos, la consciencia actúa,
no sabe cómo sabe,
solo sabe que sabe,
sus actos le son dados.
Debe ser cierto que ahora,
para estos hijos muertos,
ella es las manos de su Madre.

Y así sigue
hasta que ya no están los espectros
y empieza a olvidarse
de mucho de lo que ha pasado...
Bajo sus pies ya solo ve
tierra desnuda y algunas huellas
que ya se lleva el viento.

¡Viento que ulula entre los mundos,
mensajero eterno,
reúne a los que se buscan
y que se cumpla este sueño!.

Diciendo esto se despertó...
...¿o se durmió de nuevo?...
¿Qué mundo es qué?.
Ahora ve un dia nublado y gris,
y el viento de noviembre golpeando
contra los cristales al amanecer.
Y ni es Morgana ni es nadie,
sólo es una mujer sin nada
mas que un eco de la Madre Tierra
que golpea en sus entrañas.
Nada más.

¿Sueño o Despertar?
No hay un final.
Melusina

Esto no podía perderse... por eso creamos este pequeño jardín lateral. Ahora, si quieres puedes volver al salón de la Conexión Onírica

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