En torno a las definiciones de sueño lúcido y viaje astral
En ciencia, cuando se parte de una hipótesis falsa
tomándola como verdad, se termina llegando a muchas otras
experiencias y conclusiones igualmente distorsionadas.
Aceptando como cierto que la tierra es el centro del universo
sólo podemos llegar a construir una ciencia totalmente deforme.
Y bastará que aparezca un Galileo diciendo que gira alrededor
del sol para que se desaten las iras encendidas de los intolerantes.
¿Será la exploración onírica totalmente
distinta a las exploraciones científicas? ¿Alguien cree
que aquí no se dan errores tan garrafales como los que nos ha
ido mostrando la historia de la ciencia?
Al igual que siempre, muchos entusiastas escriben libros exponiendo con
seguridad sus ideas. Hacen esquemas de las cosas. Imparten cursillos
para transmitir las verdades inamovibles que han descubierto.
Pero la ciencia de hace unos cuantos siglos nos produce como
mínimo una sonrisa. En el pasado, gente muy seria,
defendía sus verdades absolutas efusivamente. Hoy sólo
son parte de las anécdotas humorísticas.
Es fácil hacer teoría del mundo onírico. Al fin y
al cabo muy pocos prefieren la observación rigurosamente
científica. Nos basta con aferrarnos a doctrinas y creencias que
nos hagan sentir un soplo de "tranquilidad". Aunque, usualmente,
resulte difícil sostenerlas más que como lo que son,
puras teorías.
Desde los ya lejanos inicios de este Club de los Onironautas numerosas
personas (influidas por teorías bien sustentadas en un marketing
eficaz) sostienen la diferenciación entre "sueño
lúcido" y "desdoblamiento o viaje astral". Se supone que la
diferencia estriba en que en el primero el sujeto se mueve en la pura
dimensión onírica y en el segundo supuesto lo hace por el
mundo físico.
La incongruencia teórica es manifiesta. Si el sujeto es, en ese
momento, materia vibrando a la frecuencia onírica... tiene
realidad onírica, no física.
Se supone que la diferencia pueda estar en el tipo de
percepción. En uno percibe el mundo onírico y en otro el
puro mundo físico.
Hablamos de dimensiones diferentes, o de escalas vibratorias
diferentes. Los universos paralelos son escalas vibratorias. Percibimos
físicamente un cierto rango de vibraciones por encima y por
debajo de las cuales no sirven nuestros sentidos físicos.
Si hablamos de dimensiones diferentes, de universos paralelos... cabe
la posibilidad de que el conjunto de universos paralelos sea un todo
homogeneo. Y los límites de nuestra percepción nos
permitan, únicamente, ser conscientes de una pequeña
parte de ese todo.
Posiblemente la parábola del gusano y la mariposa ilustre mejor
este asunto. Para la oruga la hoja dónde vive es todo su mundo.
Si una mariposa le habla de ríos, montañas, valles y
otros árboles... le parecerá a la oruga que le hablan de
fantasías imposibles.
Pero el mundo es mucho más que la hoja dónde vivimos. El
mundo onírico y el físico son dos fragmentos de un todo
único. Y nada tiene sentido real cuando separamos sus partes.
Una simple moneda es un trozo de materia, de metal. Sólo alcanza
su significado real cuando se integra con su materia las emociones y
las ideas que contiene. Entonces podemos entender mejor el significado
de moneda.
Así es el mundo. El mundo físico es sólo materia.
La vivencia del mundo, para nosotros, es más que pura materia.
Es algo inseparable de lo emocional (hagámoslo equivalente al
mundo astral u onírico) y de las ideas (pensemos en un mundo o
dimensión paralela que podremos llamar mental). Las emociones no
se ven más que por sus manifestaciones físicas en un
cuerpo físico. Las ideas tampoco se perciben más que por
sus resultados físicos. Sin embargo son realidades distintas. El
mundo permanece en movimiento y tiene significado gracias al mundo
onírico y al mundo mental. Y, sin duda, podríamos definir
más universos o escalas vibratorias.
Cuando el cuerpo físico duerme, el alma o psiqué se mueve
en la dimensión onírica. Las percepciones del mundo
onírico son mucho más ricas y llenas de significado que
las percepciones físicas. Entre otras cosas porque en ese mundo
los deseos y emociones son tangibles, se ven. Realmente lo que
percibimos en el onírico es un mundo físico enormemente
ampliado. Ahora vemos las emociones de las cosas y las imágenes
en movimiento de sus ideas y significados.
Algunas personas, para sustentar su escepticismo acerca de las
posibilidades de investigación onírica sostienen que no
es posible ver el título de un libro físico que se haya
escondido previamente. Se supone que si experimentamos un
desdoblamiento astral consciente podríamos ver el libro y decir
el título.
Francamente, les doy la razón. Es realmente difícil
"leer" literalmente un libro en el mundo onírico. También
es difícil ver una carta de la baraja oculta previamente,
recordando una experiencia que se propuso en el Foro.
¿Es esto una limitación? En absoluto... porque en
realidad podremos estudiar el contenido del libro mucho mejor que
leyéndolo. El libro onírico está vivo, como una
puerta a un mundo de imágenes y símbolos que no
sólo nos muestran su contenido sino, fundamentalmente, las
intenciones e ideas que fueron su origen. Es posible calibrar la
veracidad de las palabras e investigar todas las relaciones del libro
con el autor y el mundo. ¡Una auténtica maravilla!...
aunque, posiblemente, sin una gran práctica y objetividad en la
percepción todavía no hayamos podido leer el
título ni podamos describir con exactitud su forma
física. Hemos visto un mundo de imágenes, emociones e
ideas... no necesariamente un trozo de materia física impresa.
Lo que llamamos lúcidez o conciencia es un estado con infinitos
grados. Desde la simple constatación de "estar soñando"
hasta la percepción totalmente lúcida y objetiva de
nuestra situación (con la posibilidad de moverse de forma
totalmente voluntaria en el Mundo Onírico) hay grados y grados
de lucidez.
Uno de nuestros objetivos primordiales es desarrollar nuestra lucidez
tanto en el Mundo Físico como en el Onírico. Y reaprender
el maravilloso lenguaje simbólico que da sentido a las cosas
permitiéndonos captar las hondas relaciones de todo y todas las
cosas.
Francamente, según nos muestra la experiencia: no tiene sentido
empeñarse en querer dividir las vivencias oníricas o
extra-corporeas en "sueños lúcidos" y "viajes astrales".
Es mucho más práctico hablar en términos de
"niveles de lucidez".
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